“Basta un instante para hacer un héroe, y una vida entera para hacer un hombre"
Romain Rolland
En los oscuros lamentos de mi mente, recuerdo lo vacio que ha sido estar vivo.
Joseph grigori
6 de junio de 1944 Normandia, Francia
Mis sentidos aturdidos están, no sé si es por el hecho que quiero estar dopado de mi situación actual y no darme cuenta de lo que está sucediendo o va a suceder. Miro el cielo sombrío, solo sombras hay ni rastro de vida alguna, a mi alrededor mis compañeros con miradas de terneros al matadero, cubiertos de sudor ya rancio de tanto miedo que nos invade, con el vomito fresco de algunos de ellos a nuestros pies, sus cuerpos temblorosos semi-inclinados hacia adelante como los ratones en la guarida del gato esperando conocer su destino. Yo Joseph grigori un simple pueblerino, delgaducho apenas con suficiente carne en sus huesos, de ojos hundidos y las típicas características de mis ancestros irlandeses, cabello rojizo crespo acompañado de mis ojos azul noche, mi estatura de 6.2 pies haciéndome sobresalir como bandera roja para mi enemigo, sigo conmocionado por todo lo que ha pasado. De un momento de estar cuidando mi cultivo de trigo en Kansas a estar completamente armado con el conocimiento que tengo que matar a todo nazi que se me atraviese al llegar a la playa, no creo ¡mi situación aun! Sigo adormilado adoptando la misma posición de ratón intentando ser invisible en mi temporal madriguera.
Escucho zumbidos, ¡muchos de hecho! Como una colmena de abejas grande. Zum… zum… zum… el temblor toma a mis huesos por sorpresa comienzan una danza entre ellos para saber cual se mueve más, varios soldados comienzan a rezar a llorar y escucho el ladrar como de perro que está furioso me dio la vuelta en mi sargento que grita a diestra y a siniestra, que nos calmemos, que nos preparemos de eso depende si vivimos o morimos, sigo en mi coma inducido apenas tomo nota de lo que pasa, ya actuó por inercia.
Estamos cerca a la playa, eso que suena ¿son bombas?... ¡oh mi dios! Si es así. Una sensación fria recorre mi cuerpo, hielo formándose en todo mi ser, además del agua de mas que salpica mi rostro, ¡sal, si sabe a sal! Pero en que pienso? Que estoy haciendo?. Se sacude la embarcación y por fin tocamos tierras, mientras proyectiles de una metralleta viajan por nuestras cabezas, mi sargento sigue gritando pero ya no le escucho, no se entiende nada. Cuando de golpe se abre la compuerta los primeros caen como maniquís ante mis ojos, sangre y sesos por todas partes, nos gritan que saltemos por la borda, salte lo más rápido hundiéndome por el peso de mi equipo tomando bocanas de aire que eran agua pero mi cerebro no lo procesaba, fui jalado a la superficie y nade lo más rápido que pude alguna vez en mi vida, sin importar el dolor de mis brazos.
Al llegar a tierra no veía casi nada, el casco tapando mis ojos y la arena que salta a mi alrededor burlándose de mí por quedarme allí quieto. Ahora las zumbidos son más fuertes, cercanos rozándome constantemente, cogí mi fusil y comenzó a correr como un poseso, caí sin darme cuenta ¡de seguro me tropecé! Un dolor quemante domina mi pierna, no importa hay que seguir corriendo. Una nube negra estalla en mi cara, no escucho nada… no escucho… miro, sin ver nada y todo hombres que caen, sangre que corre presura a encontrarse con el mar, miembros esparcidos, balas por todos lados.
¡No más¡ ¡qué diablos estoy haciendo aquí sentado¡ ¡esperando el té¡ ¿¡una invitación a cenar¡?, me levanto como puedo y disparo como loco a donde veo sobre salir la metralleta, me voto al suelo me arrastro, sigo disparando y gritando toda blasfemia a los nazis “como si al caso me escucharan” disparo mas y mas, sin importarme nada, compañeros llorando pidiendo ayuda ¿a quién? No se… ni yo mismo sé que estoy haciendo solo se, que quiero vivir un día mas para ver esos malditos sufrir.
Encuentre municiones recargo y sigo disparando varios malditos han caído ya, no sé si por u otros no importa hay que terminar ya, muchos compañeros heridos pidiendo ayuda y nadie que pueda ayudarlos, ¡alguien que haga algo¡ grito con desesperación. Nadie me responde, tome la decisión me arrastre hasta el más cercano, él cual ya no tenía pierna y lo jale hasta la equis de madera donde estaba disparando, rompí su pantalón haciendo un torniquete sobre lo que le quedaba de muslo tratando de evitar una hemorragia, él pobre ya se había desmayado del dolor seguía vivo, así continúe con tres más que se encontraban cerca y seguían vivos “al parecer”. Resistimos, vivimos un poco más, después de unas horas nos rescataron.
Ellos siguen vivos, yo también por supuesto por este hecho recibí una Medalla De Honor De La Armada siempre me pregunto ¿la merecía? siento que no hice lo suficiente ya que como le he dicho a muchos estaba dormido, hasta que desperté en la realidad del mundo.