viernes, 5 de agosto de 2011

UN DIA

Hoy en esta fría mañana siendo ya las 11 am, en el puente peatonal frente a subazar. Me encontré subiendo la rampa para poder llegar a la estación del trasmilenio, cuando vi en el mismo sitio al señor ciego extendiendo su mano desnuda y diciendo en un murmullo –una colaboración, por favor—pensé, hace tanto tiempo que lo conozco viéndolo allí, cada vez que paso con prisa para llegar a mi destino, muchas veces sin fijarme en él, en realidad a veces se encuentra lo he visto allí con su silla, tal vez un poncho cuando llueve levemente y siempre con su infaltable gorra, su chaqueta marrón y en su mano derecha su bastón viejo de bambú .

--¿Cómo se que es ciego? -- ¿es acaso que lleva unas gafas oscuras? -- ¿Qué va acompañado de otra persona?, ¡claro que no! El mantiene sus ojos abiertos, la diferencia es… que solo están sus parpados, es espeluznante al ver ese vacío que los llena, sentir que te ve pero no hay nada allí, solo la sensación persistente de que es una mirada penetrante.

Lo veo seguir con sus “ojos” a los transeúntes que pasan por allí, comienza a lloviznar y saca de la parte de atrás de su moral (en esta ocasión no ha traído su silla), el poncho para cubrirse de la llovizna que se ha convertido en un fuerte “espanta bobos”.

Sigue allí con su mano extendida y pidiendo en su suave murmullo “una colaboración, por favor” siguiendo con su mirada aquellos que le dan una ayuda palpando con sus dedos el regalo cuanto fue para llevar su cuenta personal, mental de sus ganancias del día de hoy.


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